El orgullo de ser Burro


Sin penas, sin rodeos y sin complejo les digo ¡YO QUIERO SER BURRO!. Si el burro es un animal paciente, dócil, manso y obediente, que va para donde le digan y hace lo que le pide su amo; pero sobre todo, si el burro es un animal HUMILDE, entonces ¡Yo quiero ser burro!.
Si el burro es fuerte, poseedor de una gran energía, capaz de llevar y soportar grandes cargas sin protestar, de realizar cualquier trabajo que le impongan por duro que sea… ¡Yo quiero se burro!.
Si el burro es un animal tranquilo, no pendenciero ni peleador; símbolo de la paz, de la no violencia, de lo que se logra, pero no a la fuerza, sino con AMOR... entonces ¡yo quiero ser burro!. Y si ese burro tiene además el privilegio de llevar sobre su espalda, sobre sus lomos a Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios, el Salvador del mundo ¡más todavía quiero ser burro!. Porque los seres humanos somos tercos, duros, desobedientes, orgullosos y tan autosuficientes que nos creemos que no necesitamos a Dios para nada.
Quiero ser burro para ser FUERTE cuando encuentro que muchas veces, en vez de ser fuerte, soy débil; débil para dejarme engañar y dejarme arrastrar por el pecado y la tentación. Que muchas veces tengo mucha energía para las cosas del mundo, los asuntos y los negocios de esta vida, pero no para las cosas de Dios.
Quiero ser burro para ser tranquilo, para tener y transmitir PAZ, y no caer en la violencia que envuelve a este mundo. Y si de trabajar y servir se trata, tal como hacían los burros en el tiempo de Jesús (y puede que todavía hoy)... entonces, ¡más quiero ser burro!.
Pero quiero ser burro, sobre todo, para poder llevar siempre sobre mi espalda, sobre mis hombros, sobre toda mi VIDA y mi corazón a Jesús, mi Salvador desde ahora y para siempre. Yo no se usted, pero HOY, al menos hoy... ¡yo quiero ser burro!.
Si nos damos cuenta, hoy nadie quiere ser burro. Todo el mundo quiere ser caballo, león o buey; algo o alguien que se destaque por su fuerza, por su poder, por la destreza o la habilidad que tiene para los negocios o para la vida en sentido general, o alguien que resalte por la belleza de sus formas y su figura.
Todo el mundo quiere ser visto y reconocido por los demás; quizás por su autoridad o su capacidad para dirigir y dar órdenes, ¡a todo el mundo le gusta mandar!. Todo el mundo quiere estar en el palco, en el lugar de los que son servidos, no de los que sirven porque eso es ser un ganador, una persona que ha alcanzado el éxito, no un perdedor.
Tengamos el coraje para decir: hoy yo no quiero ser león, caballo o buey, ¡Yo quiero ser burro!. Porque dice la palabra en 1ª. Corintios 1.27-29: “Sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia”
Por tanto, teniendo a cristo, soy más que GANADOR.

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